
Desde que decidí cambiar el destino de mi vida no hago más que
cumplir sueños, unos muy grandes y otros muy pequeños. Este viaje sin duda es uno de los más grandes, pero según sumamos kilómetros también se van cumpliendo los pequeños, en este caso, ver
urogallo.
Hoy nuestro destino nos lleva al Pirineo Catalán, concretamente a una zona llamada “El Bosc del Virós”, esta zona de alto valor
ecológico nos brinda (con mucha suerte, claro) la posibilidad de ver al escurridizo urogallo, un ave de color negro del tamaño de un pavo de granja, que deseo poder ver desde que soy un
niño.

Partimos desde Lleida, y como siempre, nuestro viaje esta lleno de muchas paradas, no nos gusta ir con prisa y aún menos planificar
en exceso donde vamos a ir, en esta ocasión una de las paradas es en el rio Segre a su paso por Camarasa. Los 35 grados que marca el termómetro nos
invitan a darnos un baño, pero a pesar del calor, el agua esta realmente helada. Algo suena como dos cubitos de hielo, “clinc – clinc – clinc”

Nuestro amigo Guille nos comentó la posibilidad de ver Urogallo en el “Refugi Gall Fer” (Refugio del Urogallo en Catalán), situado
en el Parque Natural del Alto Pirineo, en pleno bosque del Virós y a una altura de 1700 m de altitud. El refugio esta a cargo de Marc y Zulai, que junto con su hijo de dos años y el segundo a
punto de llegar, se encargan de dar alojamiento y unas buenas comidas caseras (menú vegetariano disponible). Hemos oído que hacen un arroz de montaña buenísimo, y a juzgar por la gente que llega
a la hora de comer, debe de estarlo. En el refugio, además, realizan un montón de actividades por los alrededores, en una zona espectacular, y sobretodo, llena de urogallos. Si queréis más
información podéis visitar su web: www.refugigallfer.com.


A ultima hora de la tarde nos ponemos en marcha con la esperanza de
ver al urogallo (o como dice Bea, gallipato, gallopinto, somormujo… no hay forma que lo diga bien!) por las pistas forestales que existen cerca del refugio.

Una de las cosas que me gustan cuando voy con Bea intentando avistar algún animal, es el silencio y la complicidad, los dos vamos
callados, observando cada rincón del bosque, ambos en tensión y al tiempo con mucha ilusión. No tuvimos suerte con el urogallo, pero sí pudimos observar varios corzos.

Al anochecer la temperatura empieza a bajar, llegando a los 5 grados en la madrugada, a pesar del frío aprovechamos el cielo
despejado para observar “Las Perseidas”, estrellas fugaces que se suelen ver alrededor del 15 de agosto. El cielo es brutal, limpio y con millones de estrellas, y vimos 8 estrellas fugaces en tan
solo 10 minutos (lo que aguantamos fuera de la furgo con ese frío).

El
segundo día amanece lluvioso, lo cual aprovechamos para escribir y ordenar fotos en compañía de un grupo de piquituertos. A la tarde repetimos operación y nos vamos en busca del
urogallo.


Tras un rato viendo millones de piedras y troncos con forma de urogallo… ZAS! Ahí está, eso no es un tronco! Pudimos observar una
hembra de urogallo (una urogallina?) durante algunos segundos e incluso hacerle un video. BIMBO! (Nota aclaratoria: Bimbo = palabreja que usan los pajareros cuando ven una especie nueva).
Video de hembra de urogallo en las cercanias del refugio.
Al tercer día aprovecho mi mala costumbre de madrugar para darme una vuelta en mi bici “Cata” (así se llama), es bien prontito, Bea
se queda durmiendo, no hay nadie por la montaña, las sendas son espectaculares y las vistas aún más, nuevamente me cruzo con corzos por el camino que me “ladran” cabreados, hasta que finalmente
cuando paro mi bici para coger aire, ZAS! urogallo!!! esta vez un macho que sale volando asustado por mi presencia a pocos metros de mí. Menudo ruido hace al volar, es enorme! No pude tomarle
fotos pero ahora sí que sí, me voy contento del Refugio que bien recibe su nombre y con otro pequeño sueño cumplido.
