
Viviendo en una casa a veces resulta difícil adoptar medidas amigables con el medio ambiente, por pereza, desconocimiento, distancia, pero sobre todo por estar inmersos en una sociedad donde
es más normal consumir recursos que aplicar medidas sostenibles. Desde hace un tiempo decidimos ir haciéndonos cada vez un poquito más “verdes por dentro” (nuestro nombre no es casualidad).
Puede haber quien piense que directamente viajar en un vehículo no es verde, y no le vamos a quitar razón. Pero nuestro objetivo no es ser radicales, sino cuestionarnos algunos de nuestros
hábitos diarios y cambiarlos por otros que nos parecen menos contaminantes o consumistas. Algo que cualquiera puede hacer, desde cualquier situación, viva en una furgoneta o en una casa,
todos tenemos nuestros hábitos y nos los podemos replantear y comenzar a dar pasitos para ser más verdes por dentro.
Esta tarea se nos ha vuelto un poco más compleja desde que vivimos en una casa rodante, donde no conocemos nuestros destinos ni las herramientas que tendremos al día siguiente para
conseguir nuestro objetivo. Por ejemplo, en una casa fija puedes buscar tiendas donde venden a granel, o plantar algunas de las verduras o especias que
consumes. En cambio en ruta, a veces nos vemos forzados a comprar cosas empaquetadas porque sólo hay un supermercado en el pueblo y no tenemos comida. Aun así nuestro reto está en pie, y
proyectos como Zero Waste Home, Vivir sin plástico, Cualquier cosita es cariño Ecoblognonoa o Plan B Viajero nos inspiran y nos enseñan ideas para seguir transformándonos.

Aquí os mostramos las primeras medidas que hemos adoptado para ser más verdes por dentro en ruta. Muchas de ellas implican dejar de adquirir materiales que se van a transformar rápidamente
en basura, por la que además estamos pagando un dinero.
RECHAZAR LAS BOLSAS DE PLÁSTICO
Toda una tarea ardua en una sociedad donde meter todo en plástico es tan normal que nos miran raro (y hasta mal) cuando decimos “sin bolsa”. A veces los embolsados son ridículos, bolsas dentro de
bolsas, verdura plastificada, bolsas que sólo usas unos minutos… Marruecos y México han sido los países donde más acentuado hemos visto esta costumbre de usar bolsas de plástico de una manera
abusiva, y también donde nos hemos encontrado paisajes hermosos cubiertos por plástico. Por suerte, un cambio está ocurriendo y por ejemplo en Marruecos ya han instaurado una ley
que prohibe el uso de bolsas de plástico en los comercios. Poco a poco sus paisajes dejarán de verse así:

Las medidas alternativas son muy simples: en el supermercado llegamos con el carro hasta el coche y guardamos directamente los productos en nuestro armario. Otra opción es meter la
compra en una caja de cartón, que en los supermercados tiran muchas a diario y si las solicitas están a tu disposición. El cartón es mucho menos contaminante que el plástico y se puede
reciclar o compostar. Una muy buena opción para no producir ningún desecho es llevar tus propias bolsas de tela. En ruta no teníamos, pero encontramos la manera de convertir una vieja
camiseta en una práctica bolsa.


CAMBIOS EN PRODUCTOS DE ASEO PERSONAL
PASTA DE DIENTES: la sustituimos por bicarbonato de sodio, que además viene en envase de cartón. Un bote nos dura sobre un año, con lo que además es mucho más barato que los varios
tubos de pasta que usábamos en un año. Y nuestros dientes están perfectos!
DESODORANTE: Los desodorantes habituales contienen anti-transpirantes a base de aluminio muy nocivos para nuestro cuerpo. Nosotros lo sustituimos por piedra de alumbre, mucho menos
dañina para nuestra piel y menos contaminante, ya que un solo desodorante dura 4 años según el envase (nosotros llevamos 1 año usándola dos personas y está casi entera). También se puede usar
bicarbonato con un poco de agua o aceite de coco, pero con cuidado porque su abuso puede irritar la piel.
JABÓN PARA BAÑO: para ducharnos utilizamos una pastilla de jabón y una esponja, en vez de jabón en gel ahorrándonos el envase, además de que es mucho más duradero y
económico.

RELLENAR GARRAFAS DE AGUA POTABLE
Dependiendo de por dónde viajes, el agua corriente no siempre es potable. Por ejemplo, en Europa rellenábamos nuestro bidón con agua de fuentes públicas sin problema. Pero en Marruecos y México
el agua no es potable y hay que recurrir a agua embotellada.
Para no producir kilos y kilos de botellas y garrafas vacías, compramos un garrafón de 20 L que vamos rellenando en estaciones purificadoras o máquinas expendedoras por 10 pesos (0.50
euros) los 20 litros. Curiosamente, aunque en México tener estos garrafones en casa es muy común, nos hemos dado cuenta de que lo normal es canjear el envase vacío por otro lleno de la misma
marca en la tienda, por un precio de unos 30 pesos, 3 veces más que si se rellenan!

Aún no entendemos cómo este sistema no está implementado en España (que sepamos) y se continúa comprando garrafas de 5-8 litros de agua, e incluso botellas de 1.5 para uso diario y que se tiran
en pocos días. Sólo de pensar en la cantidad de basura que genera tanta botella nos dan escalofríos! Y eso que el agua corriente es potable…
Y otra cosa que hacemos siempre es llevar nuestras cantimploras de agua e irlas rellenando, ya sea a una excursión en la montaña, a un día fuera de casa, etc. en vez de comprar botellas
cuando nos entra sed. Estas botellas no sólo contaminan más, sino que se van deshaciendo en el agua y poco a poco vamos ingiriendo ese plástico.


No podemos evitar almacenar el agua en plástico, pero sí comprar y desechar botellas y garrafas.
Cuando éramos pequeños, en casa usábamos servilletas de tela, de hecho cada uno teníamos nuestro servilletero para identificarlas. Pero en algún punto y sin saber por qué, fueron sustituidas por
las de papel. Hemos decidido dejar de producir basura innecesaria (y de tirar nuestro dinero) y volver a tener nuestra servilleta reutilizable. Cuando se ensucia la lavamos y listo.

Otra cosa que ya no usamos son las toallitas húmedas. Aunque sí lo hacíamos en la primera parte de nuestro viaje, y de hecho nos eran muy útiles. Nos hemos dado cuenta de lo mucho que
tardan en descomponerse y lo que contaminan cuando acaban en la red de drenaje. Una servilleta de tela húmeda nos hace la misma función y la lavamos y reutilizamos. Tampoco utilizamos papel de
cocina para limpiar cosas, una bayeta húmeda es suficiente. Tenemos varias servilletas y bayetas para ir cambiándolas mientras llegan a la lavadora.
Sí, elaboramos pan en la furgoneta, y tiene una pinta… Ya llevábamos un tiempo pensando en que teníamos que encontrar una alternativa al pan de molde embolsado que comprábamos para
desayunar todos los días. No siempre podemos encontrar una panadería para comprarlo y además el pan de molde no es precisamente una delicia ni sano.

Hacemos pan de dos maneras: a mano y en horno-cacerola. Aquí os ponemos la receta que hacemos nosotros: 1 taza de harina, 1/2 cucharadita de bicarbonato de sodio o de levadura para pan, ½
cucharadita de sal, 1 cucharada de aceite, 1/3 taza de agua calentita. Amasar hasta que se forme una masa pegajosa. Luego hacer una especie de tortitas con la mano o apoyándose en una superficie
con harina y a la sartén, tapada y a fuego lento. Cuando se hincha y se dora un poco se le da la vuelta a la tortita y cuando se dora la otra cara ya está lista. Nosotros las abrimos por la mitad
y comemos como panecillos. Se le puede añadir a la masa especias o semillas, nosotros hemos probado con ajo en polvo, orégano, semillas de calabaza, de girasol, de linaza, de
chía, de sésamo. Si lo haces con levadura en vez de bicarbonato, primero amasa y deja reposar 20 min la masa y luego ya formas las tortitas y las vuelves a dejar reposar 20 min.

La otra opción es en horno-cacerola, que es más práctico porque sale más cantidad manchándote las manos sólo 5 min. Usamos los mismos ingredientes y procedimiento que en el caso
anterior, y mirad qué pinta!
Además con este «horno» se pueden hacer bizcochos, lasagna, pizza, estofados, arroz y casi cualquier cosa que se hace en un horno convencional. Os dejamos el enlace por si queréis conseguirlo, tanto si vivís en furgo como
en casa, es muy práctico!
No sólo está riquísimo, sino que ya no generamos bolsas de plástico ni comemos ingredientes
impronunciables.

Si hay un hábito sostenible y realmente comprometido con el medio ambiente por excelencia es llevar una dieta vegetariana. Más allá de cuestiones éticas, la producción de alimento para el
ganado, y la propia cría del ganado, consume enormes cantidades de agua y genera grandes volúmenes de agua contaminada y de gases de efecto invernadero, muy superiores a los
producidos por las industrias y los combustibles fósiles. Esto no suelen contárnoslo mucho en los medios, pero si queréis profundizar en el tema os recomendamos muchísimo ver el documental de
Cowspiracy, donde con datos y ejemplos
gráficos muestran el impacto de la agricultura ganadera. Hemos de decir que tras ver este documental nos volvimos escépticos respecto a conocidas y grandes ONGs.

Por supuesto, hacerse vegetariano es un hábito lento y difícil de cambiar, y nuestra intención no es hacer campaña, cada uno decide lo que come. Pero lo que sí creemos que debe ocurrir al
menos por salud, es saber lo que comemos. Y muchas veces sólo haciéndonos conscientes del proceso que ha traído algo a nuestro plato, hace que comamos mucho más saludablemente y hasta
sosteniblemente.


Ser vegetariano no significa comer sólo ensaladas o poco variado. ¿O a quién no se le antojan unas tostadas de ceviche de coliflor o unas enchiladas de verdura?
Más recetas veggies
aquí
Y aún quedan muchas más ideas! Por ejemplo, aunque nosotros viajamos en furgo, también cogemos aviones de vez en cuando para ir a visitar a la familia, e incluso aquí podemos ser más verdes por
dentro viajando con KLM, una compañía aérea que está introduciendo cada vez más pasos para ser más sostenibles, como las jornadas de sostenibilidad
#KLMVuelaSostenible.

Cambiar hábitos es cuestión de voluntad y tiempo, por eso lo que os hemos contado aquí son medidas que llevamos un tiempo practicando y ya hemos incorporado a nuestros hábitos. Un pasito
tras otro es la mejor manera de avanzar firmemente, y esperamos contar nuestros siguientes pasos más adelante. Se aceptan sugerencias!
Y así casi sin querer, con todos estos cambios no sólo somos más verdes por dentro, sino que además nos hemos ahorrado dinero, algo importante cuando vives viajando y siempre! Seguimos
convencidos de que no hay que ser rico para viajar y os lo seguiremos contando.
Si te ha gustado este artículo compártelo, cuéntanoslo en los comentarios o incluso pon en práctica alguna de estas medidas. Pasito a pasito!