A pesar de que el tiempo no nos acompañó mucho y chispeaba un poco, Chefchaouen nos pareció preciosa. Las callejuelas estrechas y empinadas
pintadas de azul adquieren su propio brillo. De hecho existe un código según cómo esté pintada la calle: las que están completamente pintadas son calles sin salida, mientras que las que dejan un
pasillo sin pintar son calles que conectan con otras. Habíamos muy pocos “turistas” (palabra con la que no nos identificamos mucho, como ya hemos contado en otros artículos), por lo que sentimos
el ambiente muy auténtico, viendo a los locales ir y venir en sus compras y quehaceres.