
Sin lugar a dudas, Suiza ha sido el escenario de varios cambios en nuestro camino. Comienza el frío en el viaje y con él cambios en la ruta, modificaciones en la furgoneta, y hasta un pequeño
robo. Pero también paisajes gélidos espectaculares que nunca habíamos visto, y mucho menos pisado. Y el reto de disfrutar de todo esto en uno de los países más caros de Europa con nuestro
mini-presupuesto.
Pero ¿a qué viene este título tan severo? Cuando uno intenta hacer un viaje low-cost y llega a este país es todo un reto conseguirlo. Viéndolo venir, entramos a Suiza con el depósito de
combustible lleno, duchados, la compra de comida hecha y la programación en el gps de evitar cualquier peaje. Con esto debería bastar para pasar varios días sin necesidad de gastar nada, y más
cuando lo que queríamos era ir a zonas de naturaleza. Pero no. No por nada Suiza está en la categoría de los países más caros de Europa. Hay parquímetros por todas partes! En las ciudades, en los
pueblos, en las carreteras, en los centros comerciales y hasta en la montaña! Realmente nos sorprendió ver un parquímetro en medio de la nada cuando empezábamos la excursión o que tuviéramos que
pagar 2 euros por aparcar en el parking de Ikea (uno de nuestros puntos wifi habituales…). Y eso sí, a pagar en francos suizos, y con suerte te aceptan euros pero el cambio te lo hacen 1:1, así
que igual sales perdiendo.
No es fácil viajar en furgoneta en este país porque casi no hay sitio donde parar a dormir gratis y el combustible está por las nubes, 1.68 euros/l de gasoil! Y eso que somos furgonetita, las
camper y autocaravanas lo tienen muy complicado, están prohibidas en todas partes, será por eso que apenas vimos. Y aunque los campings se salen de presupuesto, por suerte las duchas van a
monedas y no te miran mal si vas sólo para ducharte, así que punto a favor. Otro punto positivo que encontramos en Suiza fue que hay fuentes por todas partes. Muchas veces encontrar agua nos
cuesta y aquí no hubo problema, cualquier pueblo tiene varias fuentes donde podemos recargar nuestro bidón.
Pero a lo que vamos. A parte de cara, Suiza tiene unos paisajes espectaculares. Aquí vemos por primera vez la nieve en nuestro viaje, primero un poco de polvo blanco en los piquitos de las
montañas, y días después recorremos paisajes blancos, tocamos lagos congelados y paseamos junto a paredes de hielo glaciar.

Nuestra primera excursión en Suiza tiene como punto de partida el pueblo de Kandersteg, al sur de Berna. Desde donde partimos hacia el lago glaciar Oeschinensee, ascendiendo entre el curso de un
río y el bosque de coníferas. Después de un rato llegamos al lago, y justo encima el glaciar como vigilante de todo cuanto ocurra alrededor de Oeschinensee. Nos encanta este paisaje de postal.
Estar rodeado de blanco transmite algo que es difícil de explicar.


Como seguíamos con ganas de caminar, al día siguiente partimos hacia Gasteretal. Hacemos sólo una parte de la ruta completa, que llega hasta otro glaciar. Esta vez caminamos por un pequeño valle
a lo alto entre dos montañas, constantemente acompañados por el río. En la ruta vemos un par de áreas con algunos bancos y lo necesario para hacer una hoguera, incluida un hacha. Debe de ser una
maravilla acampar en una zona así en verano.


Durante nuestro paso, el frío y la nieve ya aprietan y no vemos a ningún senderista más. De hecho, esa misma semana cierran los refugios de montaña y muchos de los senderos por peligro por nieve.
Así que como unos de los últimos senderistas de la temporada disfrutamos del efímero contraste entre los colores amarillos, naranjas y marrones sobre el blanco de la nieve.

Lucerna y Berna, dos grandes pero pintorescas ciudades
Ya he comentado lo caro que es aparcar en Suiza, lo cual se multiplica en las ciudades. Pero no podíamos dejar de visitar Lucerna y Berna, así que sólo por unas horas, visitamos el centro de
ambas ciudades.

Lucerna se sitúa a orillas del lago de los Cuatro Cantones. El centro histórico de la ciudad está surcado por un gran canal atravesado por diversos puentes, algunos de madera de época medieval.
Al atardecer Lucerna adquiere un color especial y el paseo a orillas del canal es muy agradable.


En Berna sólo pudimos visitar algunas de sus calles centrales al anochecer, donde admiramos sus torres con decorados relojes. Una cosa que nos llamó la atención fue la cantidad de bicis que había
en la ciudad. Aparcamientos con decenas y decenas de bicis. Eso sí, cuando llegamos al coche nos habían robado precisamente la placa para llevar detrás las bicis…


Titlis, el glaciar inalcanzable
Nos encaminamos a Engelberg, un pueblo desde donde salen múltiples rutas hacia zonas de glaciar. Su protagonista es el pico Titlis, de 3238 m de altitud y que tiene pinta de ser impresionante, ya
que al parecer tiene un puente desde donde admirar las espectaculares vistas y hasta una cueva de hielo. La única manera de acercarse es por teleférico y por supuesto, no son nada baratos, subir
al pico Titlis nos costaría 89 euros por cabeza… nuestro presupuesto de 5 días!

Decidimos hacer una ruta caminando desde la montaña de enfrente para poder tener unas buenas vistas al pico. Tras varios intentos nos encontramos con las rutas cortadas por obras o nieve, así que
desistimos. Pero encontramos la versión low-cost para conseguir las panorámicas que queríamos: subir a Schwand, un caserío cuyas carreteras no están cortadas, no se paga y no está prohibido
pasar, todo un logro en Suiza!

Sustenpass, donde casi nos quedamos sin gasolina y acabamos comiendo bajo un
glaciar
Conducimos hacia el este atravesando los Alpes por el valle de Uri, lo cual es todo un deleite a los ojos. Desde los coloridos paisajes otoñales con las laderas cubiertas de nieve en su cara
norte hasta carámbanos, lagos congelados y glaciares azules. El único problema es que se nos ha encendido la luz de reserva del depósito de gasolina y no parece haber ninguna gasolinera a la
vista. Tras pasar el puerto de Sustenpass empezamos a bajar pero sigue sin haber gasolineras, así que una mezcla de admiración por el paisaje y preocupación nos empieza a invadir. Por suerte
vamos de bajada y finalmente a lo lejos vemos la gasolinera. Pero es Suiza, así que no íbamos a poner gasolina por menos de 1.63 euros/litro, zas!

Al día siguiente decidimos volver al puerto de Sustenpass, que nos cautivó el día anterior, esta vez con suficiente gasolina. Hacemos una ruta donde vemos un pequeño lago congelado, pero lo que
nos sorprende es ver un renacuajo nadando bajo el hielo a pesar de las temperaturas.

Disfrutamos de la nieve como niños haciendo el ángel junto a un lago glaciar. El día es muy soleado y no hace tanto frío como esperábamos, así que aprovechamos para comer en nuestra furgo con la
puerta abierta y vistas al glaciar. Y hasta descubrimos que fregar en la nieve da menos frío que con agua helada.



Glaciar de Morteratch, un rincón de ensueño
Ya nos disponíamos a cruzar frontera hacia Italia cuando en una de las curvas del camino paramos (por enésima vez) a ver con los prismáticos los glaciares a lo lejos. Pero nuestra sorpresa fue
observar también a personas justo a los pies del glaciar… Así que, dejemos Italia para otro día, nosotros también queremos pisar el glaciar! Hacia allá que vamos.

Ya estaba cayendo la tarde y llegamos a un rincón donde no pudimos resistir pasar allí la noche. Un valle surcado por riachuelos con algunas manchas de nieve cubiertas por acículas anaranjadas.
Una barbacoa aún humeante con parrilla y leña lista para usar y al fondo el majestuoso glaciar. Eso se merecía unas castañas para merendar! Así que encendimos la hoguera y a calentarnos con
castañas. Más tarde cenamos los chilaquiles más ricos que he comido nunca, mmm! a las brasas todo sabe mejor!

Esa noche rompemos nuestro récord de temperatura más baja dentro de la furgo: 3.6ºC. Por suerte llevamos suficiente ropa de abrigo. Al amanecer está todo lleno de escarcha incluyendo la
furgoneta, así que la dejamos esperando en el sol y mientras nos encaminamos por el valle hacia la lengua del glaciar.


El valle es naranja, lleno de pino laricio a punto de perder todas sus hojas, un paisaje muy diferente a lo que habíamos visto nunca. Finalmente llegamos, a los mismos pies del glaciar,
cumpliendo otro de nuestros sueños. Impresionante ver semejante masa de hielo e imaginarse el tiempo que llevará ahí…



No obstante, este glaciar no se libra del calentamiento global y cada año retrocede unos 40 metros. Otro toque de atención a nuestras cabezas, no podemos evitar lo inevitable, pero sí podemos
apoyar propuestas encaminadas a conservar y no deteriorar más nuestros paisajes e incluso podemos tener gestos cotidianos que reduzcan el exceso de gases de efecto invernadero.
Nos sentimos afortunados de poder admirar estos ahora efímeros paisajes.

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